
Copiar tiene mala reputación. Y es un hecho sorprendente porque, en realidad, como seres sociales que somos, desde que nacemos hasta que morimos siempre copiamos. Copiamos cómo hablan los demás, cómo se mueven, cómo se expresan, cómo se visten, qué opiniones tienen… En realidad, copiar es muy natural. Todos nos copiamos los unos a los otros y gracias a este hecho nos conectamos, aprendemos y enseñamos, y así, la sociedad evoluciona. Copiar invita al escenario a un grupo de niños y niñas de 8 a 10 años que, junto con Animal Religión, transitan por un espectáculo lúdico, emotivo y ecléctico donde la única guía es la copia. De una copia también surge un original.